Noticia publicada en el Diario La Nación
A los 91 años, murió el gran folklorista argentino Horacio Guarany, famoso por su estilo extrovertido y por muchas canciones que hoy son parte fundamental del repertorio de la música nativa de nuestro país.
El artista santafesino falleció esta madrugada en su casa de la localidad de Luján, que el mismo denominaba Plumas Verdes. Su muerte se debió a un deterioro de su salud que venía padeciendo desde hace un tiempo. En varias ocasiones había sido internado en la Fundación Favaloro por un problema cardíaco crónico. Eso lo había alejado paulatinamente de los escenarios. Incluso no pudo asistir al festejo de los 20 años de Soledad en Cosquín celebrado en enero de 2016, mientras que la plana mayor del folklore participó en el encuentro.
Pero nadie le ha quitado lo bailado (es decir: lo cantado. Comenzó su carrera en 1957 y tiene en su haber cerca de 60 discos publicados. Fue uno de los referentes del Festival de Cosquín, escribió grandes temas del folklore romántico y hasta levantó la voz como un cantor protesta. De hecho, uno de sus temas más famosos fue"Si se calla el cantor".
Según la página Nodal Cultura:
“Con profundo dolor tengo que confirmar que nuestro maestro ha partido a otros festivales celestiales. Gracias Guara por todo”, escribió su manager Rubén López.
Hace poco menos de un año el manager y representante del cantor y escritor revelaba que Guarany padecía una insuficiencia cardíaca crónica.”No está para trabajar todavía, por eso tuvimos que suspender el Pescador y Jesús María y a fin de mes tiene un control en el Favaloro”, dijo en enero pasado.
En septiembre de 2015, el cantor fue internado de urgencia en la Fundación Favaloro luego de una descompensación provocada por una insuficiencia cardíaca. “Horacio es una persona de 90 años muy exigentemente vividos y solamente tener esa edad hace que se extremen las medidas para que los médicos trabajen con tranquilidad y sabiduría”, había explicado López en aquel entonces.
El músico será velado en Luján donde tenía fijada su residencia.
Figura fundamental
Heráclito Catalín Rodríguez había nacido en Las Garzas, provincia de Santa Fe el 15 de mayo de 1925.
Nació del matrimonio de un nativo de la zona José Rodriguez y Feliciana Cereijo de Rodriguez nacida en León, España.
Vivió su infancia en Alto Verde, pueblo humilde del litoral donde empezó a descubrir su vocación por crear canciones viviendo y sintiendo la realidad de su pueblo.
Comprometido con sus vivencias y el duro vivir del gaucho argentino, viajó a Buenos Aires capital federal de la República Argentina a los 17 años, a probar suerte y con el sueño inalterable de realizarse como cantante, pero pasó bastante tiempo, cantando tangos, boleros y todo tipo de canciones para poder tener para comer, fue también marinero, hasta que pudo imponer un estilo sin igual, donde prevalecía canciones folklóricas comprometidas con el amor, los trabajadores, las injusticias y la lucha contra todo tipo de regímenes autoritarios. El maestro Herminio Giménez lo contrata para cantar en su orquesta.
Un festival en Moscú influye tanto en su vida profesional como la personal. Antes de viajar deja grabado su primer LP, y cuando él regresa de su viaje ya estaban sus canciones en boca de todo el pueblo folklórico argentino gracias a la difusión realizada por Miguel Franco en las audiciones radiales de la época.
Fue uno de los pioneros que inauguraron el famoso Festival Nacional de Folklore Argentino de Cosquín en la provincia de Córdoba en 1961, y su participación se hizo un clásico donde miles de hombres y mujeres cantaron, bailaron y aplaudieron su obra. En 1972 filma su primer largometraje cinematográfico titulado Si se calla el cantor, con Olga Zubarry, que trata del triunfo de un hombre como cantante, luego de terribles experiencias de explotación.
Luego en 1974 dirigido por el mismo director Enrique Dawi, filma La Vuelta del Martín Fierro, con Onofre Lovero, un relato paralelo de la vida de Jose Hernandez y su obra. Cantor popular por excelencia, debió abandonar el país en la década del 70, ante las reiteradas amenazas y atentados realizados a él, su familia y sus pertenencias.
Un largo y duro exilió en España no logró doblegar ni sus fortalezas, ni el cariño de sus seguidores, que aunque las dictaduras argentinas hicieron desaparecer todos los discos editados hasta ese momento, el pueblo folklórico se ingeniaba para tener siempre la música del ídolo en sus oídos y corazones.
Horacio volvió a la Argentina el 5 de diciembre de 1978, y solamente un mes más tarde, el 20 de enero del 79 nuevamente atentaron con una bomba su casa de la calle Nahuel Huapi en la Capital Federal. Mediaba la época donde gobernaba la junta militar y Horacio debió conformarse con realizar espectáculos en el interior del país.
Una vez instalada la democracia en forma definitiva a fin del 1983, comenzó una serie de recitales que lo reencontró con el gran público, que lo disfrutó en cada recital, festival, y cada presentación televisiva donde desparramó todo su sentimiento y su cálido pero enérgico mensaje como por ejemplo en la “Fiesta Nacional de la Tradición Frente al Mar” Miramar, Bs. As. Argentina en su séptima edición, el domingo 22 de noviembre de 1987.
Amante del buen vino, creó antes del exilio, en su casa del barrio de Coghlan el famoso y bien conocido “Templo del Vino” donde agasajó por muchos años a sus amigos. Este sitio sufrió varios atentados durante las décadas de violencia en la República Argentina.
Entre 1992 y 1993 escribió tres novelas, ” El loco de la guerra, Las cartas del silencio y Sapucay.
En el año 2002, en el recital con Soledad realizado en el Luna Park, se grabo el disco “En vivo en el Luna Park”. Juntos realizaran una gira por todo el país durante el 2003.”
En la estancia “Plumas Verdes” estableció su residencia. En su extensa carrera grabó más de 70 discos y participó en los principales festivales de la república argentina como figura central.
Publicado en Diario U NO
No todo fue color de rosa en la vida del cantante. Guarany tuvo que enfrentarse también a polémicas y a los ataques de la Dictadura. En su espíritu, el humor estuvo siempre presente.
Heraclio Catalino Rodríguez dejó detrás de sí la música, la risa y la polémica. Provocador y pícaro, Guarany siempre sedujo a su público, de quien abrevó la admiración y el respeto. Pero también esquivó varias balas con humor envidiable. Mucho se ha dicho en torno a su afición por la bebida, las mujeres y los excesos. De hecho (tal vez para alimentar el mito) el propio cantante declaró en una entrevista que era cierto lo que se contaba sobre los grifos de su casa, que soltaban vino. Fue en una fiesta para inaugurar una nueva ala de la propiedad, y cuando los invitados preguntaron adónde estaba la bebida, el cantante les indicó que le vino saldría de las canillas: había llenado el tanque de agua con vino.
Entre dichos
Pero también la polémica quiso arrastrar su nombre. Y en este sentido, la más frecuentes tenía que ver con su participación (o no) en los festivales tradicionales de folklore. Aunque no solía expresarse al respecto, en la última entrevista que dio a este diario dejó deslizar que hasta que no le encontraran la vuelta a la organización, siempre habría problemas. “En lo último en que se piensa es en el público y en los artistas”, dijo.
De cualquier manera, eso no impidió que siguiera siendo una figura convocante donde se presentara. Y tampoco esos entreveros de producción le generaban sentimientos negativos; de hecho, Guarany siempre se ocupó de dejar en claro que hacía rato que no sentía odio, porque “El odio es el más poderoso de los venenos, porque mata a quien lo siente”.
La paró de pecho
Su obra, sobreviviente al igual que él a las botas de la dictadura, sufrió amenazas y prohibiciones. Pero el acoso no se sació con la proscripción de su trabajo: también llegaron a atentar contra su vida cuando le pusieron una bomba en la casa.
Otra de las polémicas está reñida con su costado político, que lo vinculó en una ocasión con la candidatura del ex presidente Menem, a quien apoyaba fervientemente. De hecho se le atribuye la creación de la frase “No los voy a defraudar”, que el ex mandatario usó como slogan de campaña.
En una de sus últimas presentaciones, en Jesús María, le dijo al público que ese lugar estaba para él sembrado de recuerdos y emociones. “Acá vivimos muchas alegrías, pero llegan los años y son más jodidos que los impuestos: no los podés evitar. Los años castigan y lastiman. Yo no estoy terminado, pero estoy cansado. Ya es mucho tiempo”, le dijo al micrófono. Por el legado en sus seguidores y otros músicos, esa fatiga dulce parece haber valido la pena.
Horacio Guarany: polémicas, anécdotas y mucho humor hasta el final
No todo fue color de rosa en la vida del cantante. Guarany tuvo que enfrentarse también a polémicas y a los ataques de la Dictadura. En su espíritu, el humor estuvo siempre presente.
Heraclio Catalino Rodríguez dejó detrás de sí la música, la risa y la polémica. Provocador y pícaro, Guarany siempre sedujo a su público, de quien abrevó la admiración y el respeto. Pero también esquivó varias balas con humor envidiable. Mucho se ha dicho en torno a su afición por la bebida, las mujeres y los excesos. De hecho (tal vez para alimentar el mito) el propio cantante declaró en una entrevista que era cierto lo que se contaba sobre los grifos de su casa, que soltaban vino. Fue en una fiesta para inaugurar una nueva ala de la propiedad, y cuando los invitados preguntaron adónde estaba la bebida, el cantante les indicó que le vino saldría de las canillas: había llenado el tanque de agua con vino.
Entre dichos
Pero también la polémica quiso arrastrar su nombre. Y en este sentido, la más frecuentes tenía que ver con su participación (o no) en los festivales tradicionales de folklore. Aunque no solía expresarse al respecto, en la última entrevista que dio a este diario dejó deslizar que hasta que no le encontraran la vuelta a la organización, siempre habría problemas. “En lo último en que se piensa es en el público y en los artistas”, dijo.
De cualquier manera, eso no impidió que siguiera siendo una figura convocante donde se presentara. Y tampoco esos entreveros de producción le generaban sentimientos negativos; de hecho, Guarany siempre se ocupó de dejar en claro que hacía rato que no sentía odio, porque “El odio es el más poderoso de los venenos, porque mata a quien lo siente”.
La paró de pecho
Su obra, sobreviviente al igual que él a las botas de la dictadura, sufrió amenazas y prohibiciones. Pero el acoso no se sació con la proscripción de su trabajo: también llegaron a atentar contra su vida cuando le pusieron una bomba en la casa.
Otra de las polémicas está reñida con su costado político, que lo vinculó en una ocasión con la candidatura del ex presidente Menem, a quien apoyaba fervientemente. De hecho se le atribuye la creación de la frase “No los voy a defraudar”, que el ex mandatario usó como slogan de campaña.
En una de sus últimas presentaciones, en Jesús María, le dijo al público que ese lugar estaba para él sembrado de recuerdos y emociones. “Acá vivimos muchas alegrías, pero llegan los años y son más jodidos que los impuestos: no los podés evitar. Los años castigan y lastiman. Yo no estoy terminado, pero estoy cansado. Ya es mucho tiempo”, le dijo al micrófono. Por el legado en sus seguidores y otros músicos, esa fatiga dulce parece haber valido la pena.
La última entrevista de Horacio Guarany con LA NACION
Horacio Guarany murió hoy a los 91 años, tras varias internaciones debido a un problema cardíaco crónico. Lo recordamos con la última entrevista que mantuvo con LA NACION en la que hablaba de su participación en El grito en la sangre, film argentino que se estrenó en 2014. Guarany le contaba a este medio, entre otras cosas, cuál era el balance que hacía de su vida hasta ese momento y aseguraba que las tristezas de la niñez lo hicieron fuerte.
“Toda mi vida en general, no sólo la artística, ha sido una gran felicidad para mí -dijo- . Alguien me enseñó alguna vez que lo importante es saber vivir. No hace falta tener títulos, dinero o fama (…) Cuando vos odiás a alguien, el veneno te mata a vos. Yo tuve la desgracia de nacer muy pobre. Cada tanto, mis padres me entregaban a alguna familia para que me cuidara porque ellos no podían hacerse cargo. El dolor que me produjo eso se transformó en riqueza, finalmente. La falta de cariño, la falta de respeto al niño me terminó dando fortaleza y experiencia para escribir esas canciones que me llevaron a ser uno de los artistas más queridos del país”.
Aquí, la nota completa con el querido folklorista:
La historia de venganza basada en una antigua creencia popular. De eso se trata básicamente El grito en la sangre, película argentina con un protagonista inusual, el folklorista Horacio Guarany, que se estrena esta semana en todo el país. Hay una pequeña tradición local de películas gauchescas, y Guarany está involucrado en ella: una de sus escasas apariciones en el cine fue en La vuelta de Martín Fierro, largometraje que Enrique Dawi dirigió en 1974 (las otras fueron en películas relacionadas con la música: Si se calla el cantor y Argentinísima). A los 88 años, el creador de “Si se calla el cantor” goza de una vitalidad y un sentido del humor envidiables. Llega puntualmente al encuentro con LA NACION y no para de hacer bromas y rememorar anécdotas. Cuando se le pregunta si siempre tuvo esa memoria, replica al instante: “La pierdo cuando debo plata”, y de inmediato lanza una sonora carcajada.
-¿Cómo nació el proyecto de la película?
-A mí me gusta mucho escribir. En un libro que edité con historias criollas y creencias de los paisanos, había un relato sobre un gaucho asesinado a traición. Según la tradición, esa muerte debe ser vengada por el hijo mayor. En esta historia, el hijo sale a recorrer el campo con ese objetivo y vive muchas peripecias. Un día le alcancé el libro a la gente de San Luis Cine, a ellos les gustó mucho y nos ayudaron a hacer la película. Primero lo fui a ver a Leonardo Favio, amigo de muchos años, pero él no pudo hacerse cargo del proyecto, estaba con otras cosas. Fue Leonardo quien me recomendó a Fernando Musa. “Fernando te puede hacer una gran película”, me dijo. Y creo que lo hizo, aprovechó muy bien un libro humilde pero sincero.
-¿Cómo se sintió actuando?
Muy bien, tiene una magia especial trabajar en cine. Ya me había pasado antes. Es una sensación distinta a la que te provoca escribir una poesía o cantar en un escenario, son vibraciones diferentes. Pero uno siempre se eleva si siente el arte. Quizá yo no sea un gran artista, pero me siento como si lo fuera. Sin el arte no podría vivir, y creo que eso se nota en cada trabajo que hago. Acá no sólo actué, también hice la música. Tuve la suerte de encontrar una música que, aunque suene un poco engrupido, es muy buena. Me salió, alguien me la mandó de no sé dónde.
-¿Quiere trabajar de nuevo en cine?
Hacer una película es como conocer a una gran mujer, tener un gran amor y, de repente, no verla más. Ahora ya extraño esa emoción profunda que me provoca trabajar en cine. Sí, claro que quiero hacer otra.
-¿Alguna vez sintió que su trabajo artístico se volvía rutinario?
-Nunca lo sentí. Yo trabajo a mi ritmo, eso sí. Ahora estoy corrigiendo un libro que empecé hace seis años. Canciones no escribo más, hice tantas que ya no hace falta que haga otras. Me salen muy fácil, tengo como una maquinita interna para hacerlas, pero ya hice las suficientes.
-¿Cuántas escribió?
No llevo la cuenta. Es como si me preguntaras con cuántas mujeres estuve o cuántos vasos de vino me tomé en mi vida. Las canciones se hacen, no se cuentan.
-¿Hizo un balance de su vida artística?
Toda mi vida en general, no sólo la artística, ha sido una gran felicidad para mí. Vivir es una gran felicidad. Alguien me enseñó alguna vez que lo importante es saber vivir. No hace falta tener títulos, dinero o fama. Mejor es saber vivir en el sentido mas profundo del término. Los chicos aprenden matemática e historia, pero nadie les está enseñando qué es la vida. Antes que nada, uno debe saber para qué vive, insisto.
-¿No recuerda momentos amargos?
Sí, como todos, pero eso no me provocó odio. El odio es un veneno mortal. Cuando vos odiás a alguien, el veneno te mata a vos. Yo tuve la desgracia de nacer muy pobre. Mi viejo trabajaba como hachero de la empresa británica La Forestal, fue explotado ahí. Cada tanto, mis padres me entregaban a alguna familia para que me cuidara porque ellos no podían hacerse cargo. El dolor que me produjo eso se transformó en riqueza, finalmente. La falta de cariño, la falta de respeto al niño me terminó dando fortaleza y experiencia para escribir esas canciones que me llevaron a ser uno de los artistas más queridos del país.
-¿Quiénes son referentes importantes para usted?
José Hernández, Nicolás Guillén, Armando Tejada Gómez, Manuel Castilla… Pero el músico que más te inspira es el que llevás adentro. La riqueza de mi obra la logré observando a la gente, aprendiendo un poco de cada uno. Me he llenado de cosas importantes caminando por el país y el mundo. Y me he llenado de alegría, sobre todo. La risa es vida, el que no se ríe se está matando solo.
-¿Cómo ve la actualidad argentina?
La veo confusa, como se ve el mundo. Todo está distorsionado. El hombre, con una avaricia tremenda, ha destruido los valores naturales de la vida. Lo único que importa es el dinero. Hemos intentado cambiar la naturaleza con tal de obtener más ganancias. Veo una gran violencia y una gran confusión. Hay mucha crítica interesada y también mucho aplauso interesado.
-¿Qué cuenta pendiente tiene, qué siente que le falta conseguir?
Todo. Recién empiezo.
Una verdadera fuerza de la naturaleza
Fernando Mussa elogia la composición de Guarany. Director de películas como Chiche bombón y Fuga de cerebros, Fernando Musa asegura que El grito en la sangre es “una película gauchesca que tiene relación directa con un género que, en la Argentina, tiene una larga historia antes de que a algunos se les ocurriera hablar de western nacional”. Sostiene que se trata de “una película que, aunque respeta esa tradición, luce muy moderna”. Y elogia sin reservas a Guarany: “Horacio es una fuerza de la naturaleza, ese arte que destila arriba del escenario aparece en la película. Era un material difícil para mí, pero cuando empecé a caminar la película, encontré un enorme sustento en Horacio, un tipo que conoce muy bien todo lo gauchesco. Hay una línea muy delgada entre lo verdadero y lo caricaturesco en este terreno, y él me ayudó a transitarla muy bien. Fue dócil y tremendamente generoso”.
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